Desde inicios de la semana pasada leí con especial atención de una paisana quien -al igual que yo hace algún tiempo- se desempeñaba como conductora de Uber, se encontraba desaparecida y aparentemente solo encontraron su tapabocas lleno de sangre…
Tal cual película, la muchacha bonita que desgraciadamente era protagonista, desapareció en Atlanta, Georgia (EE. UU.) mientras conducía su carro para buscar el sustento para sus hijos.
Ayer, al regresar al apartamento luego de hacer algunas de las diligencias sabatinas me recibió mi mamá con la noticia “Mijo, ¿viste que apareció Rossana? La encontraron muerta mijo…”
Son tantas las cosas que impactan de una noticia así que realmente no sabría por donde comenzar, si por el hecho de que era mamá dejando hoy a sus hijos huérfanos, si por qué era venezolana quien salió del país buscando vida y encontrando su muerte. No sé si por ser migrante, por ser excolega conductora de Uber o por el hecho de que todo esto haya sucedido en una ciudad la cual recuerdo con especial cariño ya que trabajé allí durante la pandemia o de repente sea el temor que genera el saber que tengo buenos compañeros de migración que trabajan a lo largo de este país para aplicaciones como Uber, Instacart, DoorDash y demás aplicaciones con funciones parecidas.
Esto crea un precedente infausto, desde ya (1) nadie puede decir que como migrantes solo estamos expuestos a este tipo de eventos en Sur o Centroamérica, lo digo porqué en innumerables ocasiones, son muchos mis paisanos venezolanos que piensan que vivir en los Estados Unidos es sinónimo de una seguridad inmaculada y de riqueza instantánea… esta chama estaba trabajando ¡Vergación! Al igual que Oscar Abreu en enero de este mismo año y al igual que muchos casos que un hoy desconocemos, es gente que no está haciendo el mal y así lo estuviesen haciendo, hay formas, hay cárceles y juzgados. (2) Espero que los medios peruanos, bolivianos, chilenos y demás medios de Suramérica y Centroamérica que pareciera que hablaran de los venezolanos solo cuando somos los villanos de la historia, hablen también de Rossana y de Oscar.
Es inevitable sentirse indignado, frustrado, temeroso e impotente ante este y cualquier otro tipo de situaciones donde nuestros migrantes sean las víctimas y perdón, también siento la misma frustración cuando veo que son los venezolanos los protagonistas, pero del otro lado; los victimarios, pero poco hablo de esto -aunque lo hago- porqué es echarle más leña al fuego y dar fuerza a quienes solo quieren hablar mal.
Espero que Uber, haga todo lo necesario para aportar a la búsqueda de los responsables de la muerte de Rossana y que no desampare a su familia ya que BASTANTE se ha beneficiado y se sigue beneficiando de los migrantes de cualquier parte del mundo quienes en busca de una platica diaria se exponen en la calle día y noche sin saber a quienes llevan dentro de sus carros.
Uber ¿cuántas veces los conductores te han pedido que hagas también un chequeo de antecedentes de tus usuarios? Creo que ya son suficientes para que esto sea un requisito obligatorio al descargar la aplicación.
Hoy, de nuevo; estamos de luto migrante. Ruego a Dios porqué se haga justicia para los responsables de la muerte de Rosanna y me uno al clamor de la gente de Ecuador quien hoy también busca con desespero a las niñas venezolanas desaparecidas en Quito. Nadie debe ser privado de su libertad, NADIE. Para eso salimos de nuestros países, cuando las desapariciones son de migrantes la crudeza está en oferta ya que, de nuevo; es gente que salió de sus países buscando su bienestar e irónicamente encuentran el mal, esto que en nuestros países sobra.
Espero que tu destino sea directo al cielo paisana, sin semáforos y sin tráfico.
Desde donde estés espero que junto a Oscar y a los miles de migrantes que han muerto buscando un sustento, sean luz para quienes hoy estamos fuera de nuestros países echándole pichón en nuestras respectivas encomiendas.