La primera vez que instalé Instagram en mi teléfono fue cuando cambié mi tan querido BlackBerry 8520 Curve por un iPhone 3 Gs en 2012 mientras surcábamos la travesía de nuestro primer año de migración. Tocaba hacer el cambio y hablar de esto sería contar una historia dentro de otra historia, digamos que el peso emocional que tenía el teléfono que utilizaba era más de lo que yo podía manejar… Cuando la gente se enteró de que ahora tenía un iPhone juraban que tenía un estatus de vida mejor y en cierta forma así era, pero nada tenía que ver con el teléfono, en 2012 las primeras fotos que subía a Instagram transmitían real tranquilidad, nada era fingido… pero antes de eso…
Durante nuestros primeros meses de migración Aimée y yo teníamos una regla que (aunque ella no estaba muy de acuerdo) sabía que era lo más prudente, no publicábamos nada de toooooodo lo malo que nos estaba pasando para no preocupar a nuestra familia en Venezuela.
Quienes conocen nuestra historia, quienes han leído el libro o han escuchado el podcast sabrán todos los eventos que nos sucedieron entre finales 2011 e inicios de 2012 durante los primeros 6 meses de nuestro proyecto de migración; pasamos del desempleo a ser acusados de robo (con visita de policía y orden de prohibición de salida del país). Recibimos una visita -no amistosa- de agentes de migración en nuestro departamento (siendo acusados de estar ilegalmente en el país). Todo esto como parte de una persecución y maltrato psicológico por parte nuestro exjefe. Nunca publicamos nada sobre esto hasta finales de 2019 que empecé con Proyecto:Migración ¿La razón? En el caso de Aimée: (ella) fue la primera persona de toda su familia en haber migrado, en mi caso era la 3era persona de mi familia que migraba (en 2011 la migración de venezolanos apenas estaba en lo que yo llamo la Primera Etapa) y era por ello que no queríamos preocupar a nadie.
Nuestras fotos en las redes sociales eran de momentos en los que había felicidad aparente, sin embargo en el fondo, muchas veces el miedo nos embargaba pero ¿quien quería aparentar miedo en Facebook durante 2011-2012? Nadie, todo lo que publicábamos era bonito; la gente pensaba que todo estaba bien “Qué bueno que estén bien. Todo está marchando bien” eran los comentarios.
Esto pasa actualmente con la mayoría de las personas que migraron hace mucho o hace poco y por todo lo que ya describí; no lo juzgo, no lo critico. Este artículo va para el otro lado, esta entrada va para las personas que siendo espectadores silentes asumen, critican y se hacen expectativas falsas de una vida post-migración que pareciera ser paradisíaca y casi utópica, todo esto basados solo en lo que se ve en las redes sociales y después vienen los trancazos. Cuando nos damos cuenta que las fotos de la comidita buena y esas fotos donde salimos vestidos bien bonitos se tomaron luego de una jornada de 10 o 12 horas realizando trabajos que -en muchos casos- son forzados y exigentes, que van desde limpieza doméstica, construcción, servir mesas, manejar taxis, repartir comida, entre otros de los muchos oficios que hemos venido desempeñando (no solo venezolanos) y en muchos casos teniendo títulos universitarios y habiendo ejercido como profesionales en nuestros países de origen.
Pocos saben que Laura en Quito publicó una foto del carro que se compró luego de trabajar 200 horas extras en un período de 3 meses o que Luis en Lima está subiendo una foto de una buena cena a las 8:00 pm luego de haber pasado el día “en blanco” (sin probar bocado) porqué no le dio tiempo de preparar el “vianda” para llevar su comida al trabajo y ¿qué me dicen de Martica? “La chama subió una foto de las llaves del apartamento que alquiló en Santiago” pero nadie sabe que Marta tuvo que trabajar jornadas de 14 horas diarias para ahorrar para el depósito y que aparte le pidieron hasta los dientes de leche de la abuelita y que estos fuesen acompañados por un certificado de autenticidad notariado, legalizado y apostillado como requisito para poderle entregar el apartamentico.
La gente -no siempre- sube las fotos para aparentar un estatus, hay quienes subimos fotos para compartir un logro, porqué no son las llaves, no es la comida ni el carro, es el logro. Es el sacrificio que se traduce en ese preciso momento donde agarro el teléfono, tomo una foto y la subo a las redes sociales.
Esto, sin querer, genera entonces expectativas pocos reales a los ojos de nuestros contactos, y la gente en nuestros países de origen crean sus planes de migración basados en una película poco realista generada por nuestras fotos en la grilla de Instagram y como lo escribí en la entrada “Migrar no es para todos” luego vienen los lamentos, la gente se da cuenta que lo que está en Instagram fue parte de un proceso de producción de meses o semanas de sacrificio para ver un producto final traducido en una foto…
En muchos casos llegamos a sentir hasta envidia por las fotos de los viajes, carros, casas, comidas, bebidas, fiestas, romances, conciertos, reuniones, salidas, amaneceres, atardeceres y demás momentos que fueron solo parte de un microsegundo; el tiempo que tardo el teléfono en tomar la foto y luego de hacer la publicación, poner etiquetas bien escogidas #LaVidaQueMerezco #OtrologroyVoySumando y mi favorita -sarcasmo, no es mi favorita- #BendecidayAfortunada (esta última es digna de un artículo entero, un episodio en el podcast y un video).
Un microsegundo que fue solo parte de 24 horas de un día, una fracción de muchos días llenos de sacrificios, tragos amargos y demás vainas que forman parte del día a día de cualquier migrante.
¿En muchos casos las fotos que se suben son para aparentar un estatus? ¡Por supuesto! Sin embargo, aunque estamos conscientes de esto, muchas veces caemos en ese juego donde no hay ganadores “¡Mija qué bien te ves! Te está cayendo bien Madrid y eso que solo tienes dos meses…” son comentarios que generalmente indican que el espectador cayó en la trampa. Rita en _______________ (Coloque aquí el nombre de cualquier país) indecisa sobre sus planes de migración comienza ahora a planificar con miras a España y espera -inconscientemente- que en dos meses todo marche bien y se vea tan bien como (aparentemente) se encuentra su paisana en Madrid.
Una vez escuché esta frase que marcó desde aquel momento mi mentalidad con respecto a las fotos que tomo, a las fotos que publico y (SOBRE TODO) las fotos que veo de gente que ha salido de sus países de origen. De la película One Hour Photo (Foto de una Hora) con el grande entre los grandes el Sr. Robin Williams “Nadie toma fotografías de las cosas que quiere olvidar” y luego, una frase de la misma película, aun más fuerte “Fingir, todo es fingir”.
Mi invitación es a no crearnos expectativas falsas basados en todo lo que vemos en las redes sociales de quienes ya han migrado, la procesión se lleva por dentro; poca gente publica sus malos momentos, las cosas que quiere olvidar, fotos sudados, con la ropa sucia, manchada de pintura o con plastas de concreto húmedo.
En muchos casos se quieren compartir logros, en otros casos pretendemos todo lo contrario; que la gente sienta lástima, pero en la mayoría de los casos… todo es fingir.
La primera foto que subí a Instagram el 17 de junio de 2012:
Esta sonrisa fue real, la serenidad era real. La primera foto que subí a Instagram fue de Aimée López (mi esposa), a pocos días de saber que estaba embarazada de Tomás Elías, nuestro hijo mayor.
Pueden ver mi perfil en: https://www.instagram.com/gustavoeliasparra/