
La migración es un fenómeno que ha existido desde que el ser humano habita la tierra, siempre con el fin de “buscar algo más”, no quiero entrar en detalles históricos porqué sé que entonces perdería tu atención, pero sucede que todos formamos parte de una casta de migrantes que data desde hace muchísimo tiempo, al punto de que estamos genéticamente programados para migrar cuando nos sentimos amenazados o cuando se agotan los recursos en nuestro entorno inmediato, sin embargo, aunque sea parte de nuestro ADN no significa que todos tenemos el mismo nivel de tolerancia para con la migración y para con todos los retos que esta impone, venga, que nuestros ancestros hayan sido agricultores o pescadores no significa que obligatoriamente nosotros tengamos el don nato de la siembra o de la pesca.
Conozco un sinfín de paisanos que sintieron la necesidad de salir de Venezuela y al ver que no encontraron lo que buscaban se regresaron, volviendo entonces con un peso enorme sobre sus hombros y con una sensación de fracaso aun más grande, de igual manera conozco a muchos migrantes que para evitar esa sensación prefieren quedarse en los lugares donde migraron para a la larga darse cuenta que están en un estado mental similar (o peor) que antes de migrar y la respuesta para ello es el título de esta publicación; Migrar no es para todos.
No quiero que leas esto y me pongas un tono arrogante como quien te intenta decir que la migración es algo exclusivo, por favor; no. Lo digo con la franqueza y la honestidad que este tema amerita y lo voy a hacer -como de costumbre- a través de ejemplos:
Conozco personas que tienen un don impresionante para las ventas, juro que son personas que pueden venderle un micrófono a un mudo y lo admiro porqué yo no tengo ese don, en todo caso yo sería el mudo al que envuelven para comprar el micrófono. Anteriormente cuando entraba a mi vida adulta me reprochaba y decía “mi papá fue vendedor, tengo tíos que fueron buenos vendedores ¿por qué a mí no se me da eso de vender?” y lo intenté, juro que lo intenté en mis tantos emprendimientos siendo un muchacho, pero al final, llegaba a la conclusión sencilla de que las ventas no son algo para todo el mundo.
Actualmente la tendencia son los emprendimientos y mil etiquetas #SoyEmprendedor y similares, pero en los años 80 quien emprendía un negocio era un aventurero catalogado de “atrevido” por una generación que salía de la universidad y al día siguiente encontraban un trabajo «para toda la vida». En aquel momento quien emprendía tenía hasta cierto toque de rebelde y en la actualidad es al contrario; el mercado laboral ofrece pocas oportunidades reales de un trabajo «para toda la vida» entonces hay personas que en la actualidad dicen “todo el mundo está emprendiendo pero yo vendo chocolates y nadie me compra” va de nuevo, las ventas no es algo que es para todo el mundo por ende lo mismo pasa con los emprendimientos.
OJO con esto no quiero decir que si intentaste emprender y te fue mal durante la primera semana ya, ríndete con la excusa de que emprender no es para todo el mundo y tú vas a salir mañana con una franelita que diga emprender no es para todos, para nada. La constancia, la persistencia y un poco de necedad son ingredientes para poder lograr lo que sea que te propongas, ahora, si con el paso del tiempo no sientes esa chispa, ese ardor de querer seguir en lo que estás haciendo entonces AHÍ sí debes evaluar y te darás cuenta de si lo que estás haciendo realmente es algo a lo que tu te puedas amoldar o si definitivamente es algo ajeno a ti, pasa lo mismo con la migración.
Muchos nos regresamos en la primera ocasión que la cosa se puso apretada y esto pasa por una serie de factores comunes que se dan antes y durante la migración; “Mira a Teresa Aurora, se fue a Panamá y le está yendo súper bien, a los 3 meses alquiló un apartamento y tiene un buen trabajo“ y nadie sabe realmente la roncha que quizás tuvo que pasar Teresita durante esos dos primeros 3 meses y basado en esto, entonces nos creamos expectativas irreales y decidimos migrar planificando en base a esos 3 meses, luego vienen los sinsabores y ya habiendo migrado entonces se pregonan los lamentos “es que Luis vino a Perú y encontró trabajo de una vez, yo nunca vi que a él le pasara todo lo que a nosotros estamos pasando” y empieza un juego enfermizo de comparaciones innecesarias que predispone desde ese instante nuestras propias fases (decisión, planificación, adaptación, desapego y filiación), a partir de aquí entonces la migración se convierte en sinónimo de decepción, el seteo mental cambia y ahora solo vemos lo malo y aquí llegamos a un punto donde difícilmente hay retorno.
La migración es como esa carrera que decidiste estudiar o como ese producto que elegiste para emprender, si no te enamoras de ello (de tu carrera, de tu producto o de la migración) entonces ya vas destinado(a) al fracaso. Sabes bien que mientras estudies, tu carrera te pondrá trancas; exámenes difíciles, profesores imposibles entre otras cosas (un saludo a Antonio Vicuña quien fue mi profesor de piano; gracias por ser esa piedra de tranca que me demostró que amaba la música y que independientemente del obstáculo que él representó, seguí adelante) y lo mismo pasará con la migración.
¿Cómo logro enamorarme de la migración? Tienes varias opciones:
Bien sea que te guste mucho el lugar donde migraste o que este enamoramiento sea motivado por ese ideal que saliste buscando, una vida que sabes que mereces y que sabes que puedes conseguir con constancia, persistencia y un poco de necedad.
Puede suceder que después de varios meses y por mucho amor que sientas por la idea de migrar y de buscar una nueva vida te des cuenta de que migrar no era para ti, al igual que el ingeniero que a mitad de carrera entiende que lo suyo es la poesía y no la ingeniería o al igual que el emprendedor que descubre su pasión real y comienza de nuevo. A este punto entonces es imperativo determinar tu siguiente movimiento.
Debo recordarte que el retorno a tu país de origen también debe ser planificado y que pasarás de nuevo por las fases del proceso que ya he mencionado, pero POR FAVOR nunca veas esto como un fracaso, si este es tu caso debes entender que la migración no es para todos, no todos tenemos la misma tolerancia al riesgo, no es solo cuestión de estar dispuestos o no, en muchos casos, simplemente pasa que no todos no vinimos programados de fábrica con el chip de la migración, al igual que el hijo de José Parra (o sea Yo) no vino con el chip de las ventas, y espero que esto -al igual que a mí cuando lo entendí- sea algo que te conforte y no te haga sentir un peso extra si no todo lo contrario, que entiendas que lo que todo el mundo hace no necesariamente es para todo el mundo.
(Fotografía: @tamma66 de pixabay)