
He intentado grabar un episodio con este tema desde hace casi un año y (por lo delicado del tema) las personas que invito a conversar sobre esto se niegan a grabar formalmente un episodio. No pierdo las esperanzas, mientras tanto escribo esta entrada sobre una realidad que aqueja -y ha aquejado- a una buena cantidad de migrantes.
Debo aclarar que actualmente estoy casado con la misma persona con quien salí de Maracaibo y aunque Aimée y yo hemos vivido cosas bastante fuertes durante nuestras migraciones, la palabra Divorcio es algo que nunca nos hemos atrevido ni a mencionar, por lo que el contenido de esta entrada lo escribo según la experiencia de personas muy allegadas a mí y con quienes he vivido muy de cerca todo lo que es la separación o la ruptura de un matrimonio durante la migración y puedo decir con orgullo que han sido cosas que han superado y hoy son personas con un empuje impresionante y con un crecimiento sinigual luego de las separaciones.
Si bien la migración impone retos personales, desgaste y una serie de eventos que pueden ser difíciles de afrontar, siempre he partido del punto de que cualquier proyecto de migración tiene más posibilidades de ser exitoso cuando este se emprende en pareja (en el caso de quienes tenemos pareja). Particularmente, la diferencia entre mi salida de Venezuela y la de Aimée fue solo de dos semanas (por un punto en particular el cual ya he mencionado) siempre tuve entre ceja y ceja que si me tardaba más de un mes en reecontrarme con Aimée en México, hubiese optado por regresar a Venezuela sin pensarlo dos veces.
“Me voy yo primero y luego te vas tú”
Es una situación bastante común entre cualquier migrante de cualquier nacionalidad, en algunos casos con el fin de ir a probar suerte antes de tomar la decisión de migrar en familia, en otros casos por el factor “durmienda” o acomodación; la persona que sirve de anfritrión para nuestros primeros días como migrante no tiene espacio suficiente para acoger a la pareja o a la familia completa y por ello, se va primero uno de los dos mientras puede comenzar a trabajar y ahorrar para buscar un lugar donde pueda vivir la familia completa, entre una serie de situaciones con las que estoy seguro que muchos se sentirán identificados.
En el caso de Aimée y yo, yo me fui primero a México porqué había situaciones sobre la oferta de trabajo que habíamos recibido desde México que no estaban muy claras. Por lo que decidí ir yo primero junto con mi hermano de migración Eduardo Vega a ver que era lo que había y que no. Luego de ver que podríamos salir adelante en México entonces hablé con quien fue nuestro jefe (y quien luego se convirtió en nuestro acosador) para que hiciera los trámites necesarios para el viaje de Aimée, quien viajó con mi otro hermano de migración Dizzy Villamizar.
El “Me voy yo primero” es una decisión bastante difícil y peligrosa desde el punto de vista de la relación de pareja, ya que al irse uno de los dos, dentro de este proceso de desapego generado por la migración y el cual va dirigido hacia viejas costumbres, tradiciones y rutinas, dentro de todo esto también podemos desarrollar un nivel serio de desapego para con nuestra pareja, ADEMÁS de esto, las complicaciones que pueden presentarse en una migración no planificada pueden poner en riesgo la integridad de la relación y todo esto puede resultar en que “Me fui yo primero y aquí me quedé y no tienes como venirte porqué cerraron la frontera o no hay pasaportes” o (peor aún) “No tengo ni como traerte, ni como regresar yo”.
Ahora bien, dicho esto no quiero decir que migrar en pareja sea algo sencillo, te juro que no. Sin embargo, el tener un compañero de triunfos y fracasos, alguien con quien compartir el peso de la nostalgia y (sobre todo) alguien que sirve también de par para superar las primeras fases de la migración -luego de migrar- como lo son el Desapego y la Adaptación SIN tener que pensar que aparte de todo lo que tengo que superar debo tener presente también que mi pareja está en mi país de origen pasando las de Caín con la presión de que debo hacer todo lo posible para que esta (mi pareja) pueda migrar también.
“Nos fuimos”
Migrar en pareja también tiene sus retos, dentro de las primeras fases de migración una vez que salimos, hay muchos procesos personales que cada uno supera a su ritmo y aunque el estar acompañados ayuda muchísimo y nos da fortaleza, a veces los ritmos de superación son distintos y vienen entonces las diferencias y las discusiones entre la pareja.
Uno logra encontrar cierto nivel de tranquilidad estando lejos, el otro no. Uno encuentra trabajo, el otro no. Uno disfruta el entorno actual, el otro no. Esto trae desacuerdos y -en ocasiones- el nivel de Desapego logrado por uno de los miembros de la pareja puede ser interpretado como desamor, no solo para con su país, si no también para con su pareja y nada más alejado de la realidad.
En ocasiones hasta se puede sentir que el otro se fue solo en su proceso de superación dejando a su pareja atrás y no, solo está avanzando en sus propios procesos buscando fortaleza suficiente para poder regresar por quien se quedó atrás y empujarlo a llegar al mismo punto donde hoy este se encuentra.
Sin embargo… muchas veces nada de esto es suficiente y vienen las separaciones.
La presión entre la renta, los servicios, el trabajo, la sociedad que en sus diferencias nos hace difícil la adaptación y los apegos para con nuestra vida anterior generan tanta coacción que sucumbimos y decidimos separarnos en el camino que ayer decidimos emprender juntos.
He visto personas sufrir, he visto personas sufrir mucho, pero entre las personas que más he visto sufrir han sido aquellos migrantes que se divorcian durante la migración.
He visto personas crecer, he visto personas crecer mucho, entre las personas que más he visto crecer, han sido aquellos migrantes que ser divorcian durante la migración.
Es difícil para mí hablar sobre algo que no he vivido, por ello le pedí a mi amiga, la Psic. Gisela Briceño (venezolana) que compartiera su perspectiva sobre esto. Gisela reside en Colombia desde hace más de 10 años y Gise también participó en el podcast Proyecto: Migración en el Ep. 008 Desapego (clic aquí para escuchar el episodio)
Gise ¿Cómo superar una separación siendo migrantes?
“Es una pregunta bien difícil porqué, el hecho de ser migrante, de no estar en tu país, te da un poco de susto el tener que separarte de la persona con quien estás porqué, al fin y al cabo, tú cuando tienes una relación buscas una estabilidad, y se supone que esa persona que estaba a tu lado te la daba.
Yo creo que hay muchos factores que afectan a la decisión de uno, o de tomar la decisión como tal porqué “Si me separo, me quedo sola, estoy en un país extraño, la red de amigos que siempre he tenido no está”.
¿Cómo superarlo?
Teniendo una buena Red de Apoyo; al separarse uno lo primero que hace es buscar otras personas con las cuales no sentirse solo, entonces esa Red de Apoyo (amigos, compañeros, familia) te va a ayudar a superar esa situación.
Racionalizar; racionalizar la situación, verla con claridad y sin miedo ¿por qué te separas? Entenderlo, tratar de aceptarlo con amor. Hacer un proceso de liberación de esa persona, dejarlo ir y seguir adelante sin necesidad de estar con él (o con ella).
Ninguna separación es fácil, ni de tu país, ni de tus hijos, ni de tu pareja, ni de tus papás o de tus hermanos, pero todo en la vida se puede superar mientras uno esté claro de lo que quiere para sí.”
¿Generalmente, cuánto tiempo nos tardamos en superar una separación?
“Un duelo normal por la separación dura un año o menos. Si pasa más de un año es un proceso que ya está complicado, entonces el tiempo va a estar también dado de ese apoyo de ese círculo social que tú tengas y te apoye para que tu puedas superar esto un poco más rápido. El tema de que uno sea migrante obviamente, hay menos personas a tu alrededor (físicamente) pero también están esas personas que migraron -igual que tú- fueron a otras partes, pero te apoyan, para mí (como psicóloga) pienso que el tiempo puede ser (máximo) un año, si hay ayuda psicológica (terapias) puede ser un poco más rápido.”
¿Qué recomendaciones darían a las parejas que están considerando separarse y a personas que ya estén separadas?
“A las que consideran separarse; no tener miedo. A pesar de que uno esté solo en ese país o que seas migrante; hay leyes y siempre habrá personas que nos van a apoyar, que nos van a dar la mano y no vamos a estar del todo solos.
El miedo no justifica quedarse en una relación donde hay insatisfacción y malestar, JAMÁS. Yo no me puedo quedar en un sitio si me maltratan, si me siento mal, si soy infeliz, si no consigo placer, entonces yo ahí no me puedo quedar.
Hay que cerciorarse también en la parte legal; independientemente de que el matrimonio haya sido celebrado en otro país, siempre hay leyes que te van a amparar. La gente a veces le mete miedo a uno y eso a veces frena para uno tomar la decisión.
El ser humano está provisto de todas las herramientas para salir adelante solo. Llegamos a este mundo solos, entonces estamos provistos de lo que necesitamos y lo que requerimos para salir adelante.”
La mayoría de migrantes que conozco que se han separado, han superado lo más duro de su separación entre 8 a 12 meses. Ahora bien, este número es muy subjetivo. Digo yo que lo han superado porqué he visto un crecimiento en ellos a partir de ese período, pero el factor tiempo es bastante subjetivo y va a depender tanto de la madurez de la persona como de su entorno inmediato (amigos y familiares). De la actitud y del empuje, de nuevo; la migración es un fenómeno cuya inercia nos lleva a donde sea que tengamos que llegar.
El objetivo en la vida es ser feliz, estar satisfecho, vivir tranquilos y llenos; nuestra meta como migrantes incluye lo mismo. Sea solos o acompañados lo importante es sentirnos bien con nosotros mismos. Recuerdo mucho las palabras sabias de mi amiga Beatriz Rodríguez “Todo en la vida es rodearte de personas que te sumen, si no te suman te restan.”
Migramos para renacer, para vivir plenos; solteros, casados o “arrejuntados” lo importante es estar tranquilos y enfocados en nuestros objetivos y (si estamos acompañados) ayudar a nuestra a cumplir sus objetivos, no solo los que tienen en común si no también, esos que son particulares y que llenan de satisfacción a nuestros compañeros de vida y (por ende) también a nosotros.