
Conocí la palabra “vulnerabilidad” siendo migrante.
Y también la relación directa entre la migración y la importancia de tener liquidez. Esto lo aprendí a la mala, cuando recién llegados a México -en ocasiones- no teníamos dinero para comer.
Como migrantes estamos a expensas de muchos factores externos que pueden -de un día para otro- movernos la vida; un despido, una enfermedad, un accidente y mil situaciones que pueden comprometer nuestro día a día y (por ende) nuestra capacidad de producir dinero para costear los gastos primordiales.
En algún momento en México trabajaba 12 horas, tenía el tiempo bastante ajustado. Una mañana perdí el autobús (que pasaba cada 20 o 30 minutos) y ese solo evento movió todo mi día. Llegué tarde al trabajo, me atrasé en las clases y luego tuve que llegar tarde a mi segundo trabajo, a ese tipo de factores externos me refiero.
En Miami mientras trabajaba haciendo Uber, en una ocasión, bajé al estacionamiento para disponerme a comenzar a trabajar y el carro no estaba…
El susto y la sensación vulnerabilidad…
Llamé a mi hermano para contarle y me dijo “Pregunta en la caseta de vigilancia no vaya a ser que lo hayan remolcado”. Fui con el paso apresurado a la caseta y le pregunté a la persona encargada de la seguridad del estacionamiento; con la voz temblorosa le di el modelo del carro y el número de placa y no lo conseguía en sus registros , pensé “nada, aquí en Miami pasó lo que nunca me pasó en México; me robaron el carro…” la respiración agitada, sudoración fría y la garganta seca estaba marcando el compás para el inicio de un ataque de pánico. Mientras iba caminando al edificio, las piernas me fallaban y los pasos eran un poco erráticos, en el fondo escuchaba una voz, alguien que estaba llamando “¡Señor!, ¡Ey Señor!” (pensé que era mi mente pidiendo ayuda) volteé y era la señora de la caseta, diciéndome que -en efecto- mi carro había sido remolcado porqué no pudieron ver la calcomanía que autorizaba el uso del estacionamiento…
Luego de dar gracias a Dios, la ansiedad se convirtió en frustración y la sensación de vulnerabilidad no disminuía, ya que no sabía qué hacer. Me dieron el número de teléfono y la dirección del estacionamiento donde había sido remolcado mi carro. Llamé y en efecto, ahí estaba el carrito… nuestro sustento, la única vía de generar dinero. La comida, los pañales, la renta, el 15 y último, la cuota y el seguro.
Para este momento ya había perdido 2 horas de trabajo (equivalentes a $30 o $40 dólares según la actividad en Miami y la benevolencia del logaritmo de Uber para asignar viajes).
Irónicamente tuve que pedir un Uber para ir a buscar mi carro y poder seguir mi trabajo como Uber…
Llegué al estacionamiento, tuve que pagar $120 dólares (más $22 que me costó el Uber para ir a buscarlo), mi cuentica ahora tenía $142 dólares menos de lo que tenía al comenzar el día.
Al llegar al lugar específico donde estaba el carro dentro del estacionamiento, pude ver cómo (para ser cordial: el hijo de su mamá que lo remolcó) dañó el guardapolvo, este estaba pegado al piso. Agarré mi carro, mi frustración, mi dignidad y me fui a la casa con el ruido que producía el guardapolvo al ser arrastrado por el asfalto.
Llegué al estacionamiento del complejo donde vivíamos, llegué con urgencia para poder arreglar el carro y poder salir a trabajar (para este momento ya había perdido 3 horas de trabajo), tuve que medio remendar el carro, habían 3 clips rotos que aseguran el plástico a la carrocería, por lo que tuve que ir a una ferretería a buscar tornillos para ponerlos de manera provisoria mientras podía ir a algún lugar de accesorios para carros para comprar los 3 clips para que el guardapolvo quedara bien reparado. Gasté $5 en tornillos y más tarde $8 dólares en los 3 clips, la cuenta ahora iba por -$155 dólares.
Finalmente, salí a trabajar a las 6:00 pm, ese día solo pude trabajar 4 horas. Un día de semana en Miami donde no hay un alma en la calle luego de las 10:00 pm.
La cuenta al final del día:
4 horas de trabajo = $57
Gastos generados por la remolcada del carro: = $155
$155 menos que tenía para los gastos fijos del mes, ahora debía trabajar más horas durante esa semana para ligar poder reponer ese dinero.
En aquel momento, donde pensaba que “Fondo de Emergencia” solo aplicaba a un fondo que tenían los gobiernos para emergencias causadas por desastres naturales. Tuve que trabajar más horas durante una semana para poder compensar los gastos generados por aquel incidente.
A medida que fui leyendo, y hablando con mi hermano putativo Nerio Parra entendí que el Fondo de Emergencia aplica también para las finanzas personales y que es sumamente importante tener un fondo (así sea pequeño) para cualquier tipo de contratiempo a los cuales estamos expuestos (y más como migrantes).
En 2017 escuché a Nerio decirme -al menos- unas 3 veces:
“Papi, un fondo ‘decente’ debe contener -MÍNIMO- 6 meses de gastos.” Mi reacción: «¿¡Cuántooooo!? ¿¡Seis meses de gastos!?»
Cuando la pandemia llegó en 2020 entendí porqué la recomendación de los 6 meses. Hubo mucha gente que no pudo sostenerse y tuvieron que regresar a sus países de origen. Otros migraron nuevamente a un segundo o tercer país. Algunos casos más drásticos, la enfermedad tocó su puerta y no tenían como pagar sus gastos médicos. Entendí entonces la recomendación de Nerio.
En mi caso tuve suerte, conseguí un trabajo al día siguiente de ser despedido y sin embargo, por toda la situación Covid19 habían días en los que me mandaban a descansar ya que no había trabajo.
Dicho esto entonces ¿CÓMO COMENZAR?
Lo principal (y que vengo recomendando desde hace algún tiempo):
- Llevar un control de gastos.
Este es el punto de partida. Controlar el dinero que entra y el dinero que sale es lo primordial, lo que generará que empecemos a tener y desarrollar lo que los educadores financieros llaman “consciencia del dinero”. Entender que el dinero es una herramienta y estar conscientes de esto.
Al estar conscientes de cuanto dinero entrar por mes o por quincena o por semana ayudará a ser comedido, llevar un control y SOBRETODO a NO GASTAR MÁS DE LO QUE GANAMOS.
- Diferenciar gastos generados por LO QUE NECESITAMOS a gastos generados por LO QUE QUEREMOS.
“El presupuesto está apretado” pero pagamos 5 suscripciones (entre Netflix, Disney Plus, Amazon Prime, Hulu y HBO). No dudo que el presupuesto esté apretado pero ¿lo está por cosas que necesitas o por cosas que quieres?Importante entender la diferencia.
Aquí en los Estados Unidos por ejemplo, un café en la calle todos los días puede generar un egreso de entre $100 a $150 dólares por mes (si eres como yo y te tomas un cafecito con leche los 7 días de la semana). Si compro la leche y café y hago el mismo café con leche en casa no gasto más de $20 mensuales.
Vicios:
Los fumadores gastan -en promedio- $5 diarios en cigarrillos. Un vicio que cuesta $150 dólares por mes.
Quienes toman gastan -mínimo- $12 a la semana en alcohol, en total: $48 dólares por mes.
Comidas en la calle:
El americano promedio sale a comer en un restaurante con su familia una vez a la semana. Comer en los Estados Unidos en restaurante no es barato. Aparte del costo de los platos debes sumar (en algunos casos) $10 o $15 de valet parking, si no, unos $5 o $10 de estacionamiento, además de las propinas (que culturalmente son -mínimo- el 15% de lo que consumas en el lugar)
Hablamos entre $70 a $120 por semana O $280 a $480 dólares por mes.
“¡Nooo, buenooo! Yo no soy americano.” ¡Bien! ¿Cuántas veces al mes comes en la calle?
En 2018 me tocó trabajar Panama City durante 5 meses, luego a inicios de 2019 en Jacksonville durante 2 meses, y luego, a mediados de 2020 en Atlanta y en Tampa, todo esto mientras nuestra residencia como tal era en Tallahassee. No comía en restaurantes, pura comida rápida, gastaba -en promedio- $150 solo en comer en la calle. Era eso o levantarme a las 4:00 am a preparar desayuno, almuerzo y cena. De por sí en Panama City me levantaba a esa hora para poder ser el primero en bañarme en una casa donde dormíamos 15 personas, ya cuando salía del baño estaba el Don Víctor haciendo sus arepitas fritas para el desayuno y el almuerzo, es decir, el destino estaba condenado 🤷🏻🤷🏻🤷🏻
Si empezamos a crear consciencia entre los gastos necesarios y los NO necesarios, podríamos estar en verde en nuestros presupuestos y apartar lo poco o mucho que sobre para nuestro fondo de emergencias.
Es probable que pienses “¡no vale! Voy bien. Aquí en Chile la vaina es más barata…” Y probablemente así sea, pero el punto de estos ejemplos no es hacer una comparativa de precios si no ilustrar cuanto dinero sale de tu bolsillo sin que te des cuenta.
- Trabajar extra (mínimo) una vez a la semana.
Te cuento que mi fondo de emergencia lo empecé a crear en Tallahassee cuando comencé a trabajar en construcción. Trabajaba de lunes a viernes, un viernes mi jefe me dijo “Si quieres trabajar los sábados me dices y vienes” los ojos me hicieron “chiclin” 🤑🤑🤑🤑 (y sonaron las cajas registradoras).
Empecé a trabajar un sábado sí y uno no, con esto empecé a apartar dinero para mi fondo.
Luego cambié de jefe, empecé a trabajar con otra subcontratista y el trabajo los sábados era -casi- obligatorio, en ese punto el fondo empezó a crecer más rápido. En ocasiones nos pedían trabajar los domingos y mi motivación ahora era hacer crecer el fondo porqué esto se traducía en tranquilidad.
La primera vez que dispusimos de algo de dinero de este fondo fue cuando me tocó ir a trabajar de emergencia en Panama City, Aimée se quedaba en la casa con los niños (durante el 2do día sin electricidad y con comida a punto de perecer), teníamos un fondito que resguardaba nuestras espaldas.
Ese es el asunto con el dinero, dice R. Kiyosaki “Si proteges tu dinero, el dinero podrá y sabrá como protegerte a ti” leía esto y pensaba “Este pana pretender endiosar el dinero…” Pero no. Es simplemente entender -de nuevo- que el dinero es una herramienta. Si sabes utilizar y sabes todo lo que puedes hacer con un destornillador, empezarás a entender que no es un simple palito de metal con una punta plana o con una punta de cruz.
- Cuida tus compras.
Cuando empecé a aprender sobre el minimalismo, empecé a entender muchísimas cosas y muchas de las malas prácticas que hicieron que, en México, aunque ganara buen dinero, quedara poco a fin de mes. Una de las cosas que entendí (la acabo de compartir); entender la diferencia entre lo que necesitamos y lo que queremos.
Aprendí también la regla del 30×30:
Si hay algo de $30 dólares (o más) que quiero comprar, espero 30 días. Si 30 días aun lo quiero es porqué lo necesito.
Cuando vayas a la tienda, o al supermercado, ve a buscar puntualmente lo que te hace falta. Si son varias cosas, haz una lista y POR FAVOR apégate a la lista.
Muchas veces salimos solo a gastar. Vamos a alguna tienda no a buscar algo específico si no a ver que se nos antoja comprar y ¿adivina qué pasa? Compramos algo que no necesitamos. Un nuevo objeto que va a formar parte en algún momento de una gaveta (o en algunos casos) del basurero.
- Crea el fondo.
Lo importante es comenzar, si trabajas en Uber, como mesonero, como ingeniero o escultor. Agarra ese billetico o ese puñadito de monedas y ponlo en un lugar y bautízalo, ponle nombre. No tiene que ser Fondo de Emergencia. Hace poco hablaba con Verónica Parra, quien es asesora financiera y me decía “La cosa con el Fondo de Emergencia es que tiene su destino en su nombre, si uno guarda plata para emergencias, eventualmente entonces las emergencias vendrán”. Esto es totalmente cierto, el nombre genérico es Fondo de Emergencia porqué es dinero que tienes para cualquier imprevisto que salga.
Una vez lo crees, empezarás entonces a ser disciplinado. A aportar mes tras mes. Luego tú mismo te irás poniendo metas y montos: “este mes llevaré el fondo hasta $40” y te aseguro que eso te irá motivando, luego, sin darte cuenta tu fondo habrá crecido y querrás aplicar los mismos principios para crear otros fondos, estoy seguro que así será.
Cuando la pandemia llegó a Florida y en mi empleo me dijeron amablemente “Gustavo, te queremos pero chao…” En gran parte me sentía tranquilo porqué sabía que con lo poco que tenía en el fondo, podría aguantar (aunque fuese) un mes. Mi afán por no tener que tocar el fondo fue tanto que inmediatamente comencé en otro trabajo.
Como ya lo comenté, ese otro trabajo no era algo regular o estable, por lo que había días en los que estaba parado pero estaba tranquilo, y en vez de preocuparme por “como haré para pagar esto” enfocaba mis energías en buscar otras fuentes de ingreso y así fluyeron las oportunidades.
Ese fondito luego me ayudó a pagar el camión de mudanzas, las cajas y todos los gastos que generaron nuestro cambio de Tallahassee a Tampa donde ahora estaba trabajando. Yo lo cuidé y luego el fondo nos cuidó a mí y a mi familia.
El Fondo de Emergencia es un buen aliado y se puede convertir en un buen compañero de luchas y de nuevo, mientras tú lo cuides, él te cuidará. Entre otras cosas, un fondito, por muy pequeño que sea, evitará que te endeudes y una cuota para el pago de la deuda se convierte inmediatamente en un egreso más.
Mi hermano siempre dice “No sé si algún día tendré que salir de aquí (de este país), pero si debo hacerlo no quisiera irme sin dinero”. En este punto, el destino del Fondo de Emergencia entonces puede llegar a ser trascendental.
Crea un fondo de un tamaño tal que te pueda ayudar a atravesar el trance de tener que cambiar de trabajo, si eso no sucede ¡Qué bueno! Entonces haz que ese fondo crezca tanto que te pueda ayudar a empezar una nueva vida en otro país. Finalmente, como migrantes hoy estamos aquí; mañana no sabemos dónde estaremos.
¿Sabes qué es lo bonito de todo esto? que si nada pasa y solo sale bien, en un futuro no muy lejano, con ese fondo podrás costear entonces el poder dedicarte a lo que te apasiona, invertir en ti mismo y sobre todo, poder tener un poquito de tranquilidad.