Por fortuna no me ha tocado vivir en ciudades donde la temperatura baje a -5 grados centígrados, pero, imagina que tu alarma suena a las 6:00 am, miras tu celular y se siente como una paleta de hielo, ves la aplicación del clima y marca -5 grados… entumecido te levantas al baño por la urgencia, te sientas en el sanitario luego de dar un brinco porqué el asiento esta especialmente frío. Para dar chance a que el agua de la regadera se caliente abres la llave 5 o 10 minutos antes y mientras estás sentado extrañando los 40 grados de tu ciudad natal tomas la valiente decisión de quitarte la ropa y entrar y darte un duchazo.
Todo esto lo haces porque eres responsable, dedicado a tus labores y aparte porqué si faltas un día, es un día menos de pago, para lograr toda esta combinación virtuosa se necesita algo que aprendimos desde muchachitos cuando nos dábamos cuenta de que el primer mundo de Mario Bros no se pasaba al primer intento o cuando tratamos por primera vez encestar un balón de básquetbol y necesitamos -al menos- 20 intentos para lograrlo: Consistencia, y para lograr ser consistentes en algo necesitamos (sí o sí) otro elemento que es un pelo más complejo: Disciplina.
Consistencia es la acción de intentar algo una y otra vez hasta lograrlo, Disciplina es lo que está en ti como valor moral que te va a empujar a ser consistente.
Es necesario para mí hacer la aclaración entre Consistencia y Disciplina porqué generalmente son confundidas y esto no es del todo malo, como ya lo mencioné; para ser consistentes necesitamos ser disciplinados y viceversa.
Durante el primer año de nuestra migración a los Estados Unidos, tuve la oportunidad de trabajar en una empresa dedicada a las ventas. En esta empresa de esquema “Multinivel” tenían una forma bastante particular de recalcar la necesidad de ser disciplinados y tenían una definición de esta que era -para mí- la primera vez que la escuchaba:
“Disciplina es hacer lo que se tiene que hacer, queramos o no.”
No hubo momento en el que yo no escuchara esta frase y me produjera un ruido enorme, todavía (hasta el sol de hoy) me genera un vacío en el estómago, un malestar y un desgano de niveles anormales.
Mi afán de reflexionar sobre lo que veo, lo que escucho y lo que pienso eran incesantes para con la reacción que me generaba escuchar esto día tras día.
Pensaba:
¿Por qué TENGO que hacer algo?
¿Así? ¿Obligado?
¿Cómo así que quiera o no?
Con el paso de los meses decidí no escuchar más esta frase, dejé de trabajar para esta empresa porqué -además de mi profundo desacuerdo con aquella frase- la dinámica de trabajo no funcionaba para mí y no estaba teniendo los beneficios económicos esperados por lo que retomé mis labores como conductor de Uber. Todo esto sucedió en Tallahassee, Florida. Un par de meses después llegó el invierno, tocaba salir a trabajar a las 6:00 am con una temperatura exterior de -2 grados. Después del ritual matutino de la lucha para levantarme, el baño frío y vestirme tiritando, salía del apartamentico, prendía el carro, ponía la calefacción al máximo mientras esperaba que el parabrisas se “descarchara” (se derritiera la capa delgada de hielo -o escarcha- que se formaba a causa de la combinación del frío y la humedad) mientras me calentaba las manos frotándolas una con la otra.
De esta experiencia me quedaron dos cosas marcadas profundamente: (1) el hábito de tomar un buen café con leche en la mañana 😁 y (2) entendí que la frase que escuchaba día a día en aquella empresa no estaba mal de fondo, estaba mal de forma, es decir, la frase abarcaba de una u otra forma lo que es la disciplina, PERO, la verbalización le daba una connotación que -para mí- era negativa.
Luego de mucha reflexión, llegué a esta conceptualización propia:
Disciplina es hacer lo que debemos hacer día a día con el fin de lograr un bien mayor.
Empecé entonces a aplicar esto y a repetirme día a día esta frase y la sensación era totalmente distinta, incluso generaba lo contrario que la frase anterior. Cuando entendía que todo lo que hacía día tras día era con el fin de lograr algo que iba más allá, un bien mayor. Sentía que no podía aplazar nada, por mucho frío que sintiese, estaba siendo el protagonista de mi propia historia y estaba en mi vivir cada día y ser responsable de hacer algo bueno, todo con un propósito.
Dicho esto,
¿Se entiende qué tan necesaria es la Disciplina para cualquier migrante?
Cualquier cosa que quieras lograr en la vida será a través de (o gracias a) la Disciplina; ese negocio, ese emprendimiento, ese sueño de tener una familia. Ese empleo, ese viaje, la cuenta de banco con la cifra que imaginas, todo; por muy trillado que suene, lo podrás lograr siempre y cuando tengas la Disciplina de hacerlo. Día tras días, acción tras acción.
¿No te gusta mi concepto de Disciplina? HAZ EL TUYO PROPIO.
Estás en plena libertad de hacerlo, siempre y cuando seas consciente que tu concepto de Disciplina sea objetivo. Escríbelo y coméntalo con alguien que conozcas que esté logrando salir adelante, de manera de que te asegures que tu concepto de Disciplina no diste de su esencia y estés confundiendo Disciplina con otra vaina.
¿Saliste de tu país y las vainas no están marchando como lo imaginabas en tu cabeza?
¡Bienvenido al Club!
Estás solo a una decisión de empezar a lograr todo lo que tu cabeza construyó, TODO. Decide hoy comenzar a ser Disciplinado y esto te llevara a hacer todos esos pequeños actos de manera consistente para que lo logres ¿es difícil? MUCHO. No quisiera tener que recordarte lo difícil que es para un maracucho tener que levantarse con el termómetro en 0 (o menos) a darse un baño para salir a trabajar con la cara tiesa del frío y estoy 100% seguro que no soy el único, no fui el primero ni seré el último a quien le ha pasado esto.
Si hay algo más grande que la dificultad que todo esto amerita, es la satisfacción de mirar atrás y decir “Todo aquello pasó y lo superé. Hoy es una experiencia más y gracias a aquella experiencia hoy soy quien soy, tengo lo que tengo y vivo lo que vivo”.